La dislexia es un trastorno específico del lenguaje (TEL) que afecta a la capacidad de leer y escribir con precisión y fluidez. Se clasifica en dos categorías principales: dislexia del desarrollo y dislexia adquirida.
La dislexia del desarrollo se manifiesta desde la infancia y está relacionada con diferencias neurológicas en las áreas cerebrales responsables del procesamiento del lenguaje. Investigaciones recientes han demostrado que las personas con predisposición genética a la dislexia presentan diferencias estructurales específicas en el cerebro, como una menor densidad de fibras nerviosas en la cápsula interna y un menor volumen en la corteza motora. Estas diferencias se asocian con un rendimiento más bajo en habilidades de lectura y lenguaje.
Por otro lado, la dislexia adquirida ocurre cuando una persona que previamente no presentaba dificultades lectoras sufre una lesión cerebral que afecta su capacidad para leer y escribir. Este tipo de dislexia puede deberse a accidentes cerebrovasculares, traumatismos craneoencefálicos u otras afecciones neurológicas que dañan las áreas del cerebro involucradas en el procesamiento del lenguaje.
La manifestación de la dislexia varía según el tipo de idioma. En lenguas opacas, como el inglés, donde la correspondencia entre letras y sonidos es inconsistente, las personas con dislexia se enfrentan a mayores retos para decodificar palabras. Por ejemplo, un grafema puede tener múltiples pronunciaciones, lo que complica el aprendizaje de la lectura. Es el caso de palabras como «through» y «though», que tienen grafías similares pero pronunciaciones muy diferentes, lo que complica el aprendizaje. Esta inconsistencia fonológica contribuye a una mayor incidencia de dislexia en hablantes de lenguas opacas.
En contraste, en lenguas transparentes como el español, donde existe una correspondencia más directa entre grafemas y fonemas, la dislexia se manifiesta de manera diferente. Aunque las dificultades persisten, la consistencia ortográfica facilita una decodificación más predecible, lo que puede reducir ciertos errores comunes en la lectura.
Comprender estas diferencias es esencial para adaptar estrategias educativas y terapéuticas según el idioma y el tipo de dislexia, optimizando así el apoyo a quienes padecen este trastorno. Los tratamientos más recientes para la dislexia incluyen herramientas de lectura asistida controladas por seguimiento ocular, así como aplicaciones de realidad virtual combinadas con inteligencia artificial para personalizar el apoyo educativo.
Óscar Fernández García.
Valladolid, 5 de marzo de 2025.